Llegó hace unos cuantos meses al albergue atropellado. Pensábamos que no podría volver a caminar, estaba totalmente inmovilizado, sus patas traseras no respondían... pero jamás perdió su sonrisa, porque sí, ¡sonríe!
Tras muchas semanas de reposo y a base de no perder nunca su vitalidad y alegría, consiguió poco a poco volver a incorporarse hasta que lo pudimos llevar a dar paseítos para ejercitarlo. Ahora está totalmente recuperado y corre por el área de recreo de los cachorros esperando a que alguien se fije en su sonrisa, alguien que quede prendado de ella como nos hemos quedado nosotros.
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